31.10.11

A ELEGANTE MECÂNICA DAS DESCULPAS


«En París las librerías siguen siendo librerías. La semana pasada llovía y soplaba un viento frío en el bulevar Montparnasse y me refugié en la Tschann, y de inmediato me sumergí en una calma envolvente, rodeado de libros de todo el mundo y de las eternas revistas literarias francesas de siempre. Lo mejor de esos lugares de París es que en ellos no puedes dar ni un paso. En la librería Tschann no hay un solo hueco o espacio desperdiciado y las personas están allí tan apretadas que nuestro más inmediato vecino, por ejemplo, es todo un peligro potencial. Casi inmóviles en un espacio mínimo, he visto en más de una ocasión en la Tschann a dos o más personas pugnar al unísono por un mismo libro, y poco después he podido escuchar, con extraordinaria satisfacción íntima, los educados y maravillosos "pardon, pardon" de rigor que siempre me recuerdan que al menos en esa ciudad pervive la elegante mecánica de las disculpas, que no es otra cosa que la constatación de que se ha visto al otro. Pensé por unos instantes: habrá un día en que nadie sepa que una vez existieron lugares que se llamaban librerías.(...) Cuando salí de la librería Tschann, había aparecido el sol y algunos cafés del bulevar lucían magníficos. Me senté en la galería circular de La Rotonde y espié a tres matrimonios mallorquines que desayunaban con sonoro apetito y que, al abandonar el café, no pararon de decir "pardon, pardon" a los camareros, como si sintieran nostalgia de la educación de otros días.»

Enrique Vila-Matas

3 comentários:

Torralva, Diogo disse...

a mim acontece o mesmo na secção de livros do Continente


Diogo Torralva

Mário Machaqueiro disse...

Confirmo. E confirmo também que os franceses são bons candidatos ao título de povo mais bem educado (ou mais polido) do mundo, algo que é transversal às diferentes classes sociais. De todas as vezes que estive em França foi raro tropeçar em alguém que não fosse prestável ou simpático. E não são só os "pardon", mas também os "bonjours monsieur". Tudo hábitos que falta cultivar entre nós, convencidos como estamos, erradamente, que os portugueses são um poço de simpatia.

joshua disse...

Acho que sou meio francês na minha delicadeza quotidiana cheia de «Bom dia, casimiro!»; «Bom dia, dona Celeste!», para além de infinitos «Tudo de bom...»

Sobre os franceses e os tugas não convém generalizar, porque em Lisboa sinto-me numa galeria frigorífica e em Gondomar um pedido de informação na rua a uma só pessoa leva a que duas, três ou quatro se aproximem para me dar informações enciclopédicas acerca da betesga por que não pesquisei previamente no GoogleMaps.