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1.9.11

O ANTÍDOTO

«El sueño de los católicos progresistas de hacer de la Iglesia una institución democrática es eso, nada más: un sueño. Ninguna iglesia podría serlo sin renunciar a sí misma y desaparecer. En todo caso, prescindiendo del contexto teológico, atendiendo únicamente a su dimensión social y política, la verdad es que, aunque pierda fieles y se encoja, el catolicismo está hoy día más unido, activo y beligerante que en los años en que parecía a punto de desgarrarse y dividirse por las luchas ideológicas internas.¿Es esto bueno o malo para la cultura de la libertad? Mientras el Estado sea laico y mantenga su independencia frente a todas las iglesias, a las que, claro está, debe respetar y permitir que actúen libremente, es bueno, porque una sociedad democrática no puede combatir eficazmente a sus enemigos -empezando por la corrupción- si sus instituciones no están firmemente respaldadas por valores éticos, si una rica vida espiritual no florece en su seno como un antídoto permanente a las fuerzas destructivas, disociadoras y anárquicas que suelen guiar la conducta individual cuando el ser humano se siente libre de toda responsabilidad. Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que esa era otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los librepensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, esta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha transformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias, y, en otro, en una cábala de especialistas incomprensibles y arrogantes, confinados en fortines de jerga y jerigonza y a años luz del común de los mortales. La cultura no ha podido reemplazar a la religión ni podrá hacerlo, salvo para pequeñas minorías, marginales al gran público. La mayoría de seres humanos solo encuentra aquellas respuestas, o, por lo menos, la sensación de que existe un orden superior del que forma parte y que da sentido y sosiego a su existencia, a través de una trascendencia que ni la filosofía, ni la literatura, ni la ciencia, han conseguido justificar racionalmente. Y, por más que tantos brillantísimos intelectuales traten de convencernos de que el ateísmo es la única consecuencia lógica y racional del conocimiento y la experiencia acumuladas por la historia de la civilización, la idea de la extinción definitiva seguirá siendo intolerable para el ser humano común y corriente, que seguirá encontrando en la fe aquella esperanza de una supervivencia más allá de la muerte a la que nunca ha podido renunciar. Mientras no tome el poder político y este sepa preservar su independencia y neutralidad frente a ella, la religión no sólo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática.»

Mario Vargas Llosa

(Via Pinho Cardão, 4ª República)

9.12.10

A REPRESENTAÇÃO FALACIOSA DA VIDA



«Seríamos piores do que somos sem os bons livros que lemos, mais conformistas, menos inquietos e insubmissos e o espírito crítico, motor do progresso, nem sequer existiria. Tal como escrever, ler equivale a protestar contra as insuficiências da vida. Quem procura na ficção aquilo que não possui, afirma, sem necessidade de o afirmar ou sequer de o saber, que a vida tal como é não chega para preencher a nossa sede de absoluto, fundamento da condição humana que deveria ser melhor do que aquilo que é. Inventamos as ficções para podermos viver de alguma forma as muitas vidas que gostaríamos de ter tido quando apenas dispomos de uma (...). A literatura cria uma fraternidade na diversidade humana e elimina as fronteiras que a ignorância, as ideologias, as religiões, os idiomas e a estupidez criam entre homens e mulheres (...). A literatura é uma representação falaciosa da vida que, todavia, nos ajuda a entendê-la melhor, a orientarmo-nos através do labirinto em que nascemos, percorremos e no qual morremos. Ela redime-nos dos reveses e das frustrações que nos inflige a verdadeira vida e, graças a ela, conseguimos decifrar, pelo menos parcialmente, o hieróglifo que costuma ser a existência para a maioria dos seres humanos, principalmente para aqueles de nós que alimentamos mais dúvidas do que certezas e que confessamos a nossa perplexidade perante temas como a transcendência, o destino individual e colectivo, a alma, o sentido ou o sem sentido da história, o que está aquém ou para além do conhecimento racional.»

Vargas Llosa, Estocolmo,
7.12.10